beatriz sarlo y el tiempo en internet
el tema del tiempo me parece clave para medir una formación social. cada uno de estos momentos de la sociedad tienen una manera particular de medir el tiempo, de darle un significado especial. el tiempo es pues una marca de cada estadío. "el tiempo es dinero" fue una frase acuñada por benjamin franklin en su "consejo a un joven comerciante". ya en el mundo de la ética hacker, el tiempo cambia:
"Cuando Torvalds programó sus primeras versiones de Linux, solía trabajar a la madrugada y se levantaba a primera hora de la tarde para continuar. A veces, dejaba de elaborar la codificación de Linux para dedicarse a jugar con el ordenador o hacer algo completamente distinto. Esta libre relación con el tiempo ha sido siempre típica de los hackers, personas que gustan de seguir su propio ritmo de vida." (pekka himanen, ética hacker).sobre algo parecido escribe beatriz sarlo en su columna en el clarín, titulada "el mundo en la punta de los dedos":
Tengo la certeza de que cada segundo sin conexión me hace perder plata. En realidad, estoy perdiendo más tiempo que plata, porque debería apagar la computadora, tomar la llave de memoria y, como miles de personas, cruzar al locutorio de enfrente a pasar el rato. [...]el tiempo está-cambiando, como cantaba dylan en los sesentas. too much. time is gone. time is on my side. yes, it is.
Antes de internet, esperaba y probablemente pensaba un poco más antes de contestar una carta, de pedir una fotocopia a un amigo que estaba lejos, de hacer una llamada internacional o aceptar una invitación. Antes de internet, esperaba y mis dedos no iban más rápido que mi cabeza: hoy mis dedos son más veloces que mi cabeza. Teclean todo el tiempo, sin parar y, si están quietos, sienten un cosquilleo nervioso.
Antes de internet había cosas que renunciaba a saber porque habría sido muy trabajoso encontrar la información. No se trataba de datos importantes y podía seguir viviendo sin ellos (por ejemplo: sabía que Sampras le había ganado más veces a Agassi de las que había perdido frente a él, pero no me importaba el número exacto; hoy, en cambio, busco el número exacto y también lo olvido inmediatamente porque sé que puedo volver a buscarlo y que, para siempre, esa diferencia de victorias y derrotas figura en internet). Tampoco me parecía de importancia capital el año de nacimiento de Janis Joplin, porque no me equivocaba sobre cuál era la época que ella había marcado.
Hoy todo eso está en la punta de mis dedos. Pero ahora, en este momento, estoy sin conexión. Sufro. Si necesito saber cuántos años vivió Libertad Lamarque en México, ¿qué hago? ¿A quién llamo para averiguar a qué edad Ingrid Bergman conoció a Roberto Rossellini? Mejor, apago la computadora y, por las dudas de que me surja alguna pregunta de ésas, me voy al locutorio de enfrente.
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