condenados a estar conectados, por beatriz sarlo
de vez en cuando me gusta sugerir a los pocos lectores habituales que tengo algún artículo que llama la atención. en este caso, se trata de la columna de beatriz sarlo en el clarín, y más específicamente aquel llamado "condenados a estar conectados". extraigo algunos párrafos:
Hace pocas semanas, todos vimos la foto o el plano de televisión de Rosa Molina, la compatriota chaqueña de 56 años que pesa sólo 24 kilos. Sentada en la catedral de Resistencia, debajo de una cruz gigantesca, la mujer parecía venir del fondo del tiempo. Su cuerpo torturado por la miseria era el de un semihumano de la estatuaria gótica. Como menos que humana la habían tratado, hasta el momento en que dos o tres denuncias la sacaron un rato del infierno. Los mismos diarios y las mismas pantallas de televisión, en los mismos días, mostraban los millones de turistas (mayoría de argentinos) que llevaron los números de ocupación hotelera a la altura del paraíso. Se puede hacer un fondo de pantalla de la computadora con la foto de Rosa Molina o de las familias felices triscando en la nieve. Vivimos, en efecto, en un mundo superconectado y eso nos obliga a enterarnos, aunque sea para olvidarlo de inmediato, de la existencia de Rosa Molina, que forma parte de los desocupados del Chaco, la mitad de la población activa de la provincia (a la que contribuyen en cantidad escandalosa los indígenas cuya condición no ha mejorado porque ahora se los llame "pueblos originarios": siempre estuvieron en el fondo del tacho y siguen estando allí). Estamos conectados y nos enteramos de todo.perútags: beatriz-sarlo conexion internet vida cultura cibercultura brecha-digital
beatriz sarlo, foto maría kusmuk
Hace casi cuatro décadas, Umberto Eco afirmó quelo más propio de la televisión era la "toma directa" del acontecimiento mientras estaba sucediendo, que en esa capacidad de reproducción instantánea la televisión tenía su rasgo más particular y el secreto que la separaba de otras representaciones con imágenes y sonidos como el cine. Cuando Eco hizo esta afirmación, nadie podía adivinar la masa de conexiones y transmisiones directas que hoy nos constituye. Más que una descripción, Eco hizo una profecía: vivir en directo, no sólo como dato sino como utopía cultural.
Yo tengo que ver el resultado de Cañas en el torneo de Toronto, bajar los mensajes, subir unas fotos, buscar en las páginas de cocina una receta de alcauciles rellenos dificultad cero, bajar el MP3 gratis de allaboutjazz. com, que cambia todos los días, bendito sea. No sé qué haría con mi tiempo sin estas impostergables actividades.
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