El viejo blog del Morsa

Yo votaré viciado en la segunda vuelta.

No es un voto "inconsciente", ni de "Poncio Pilatos".

Entre un candidato que lleva en su lista a un responsable de una matanza, una candidata que representa claramente intereres privados, y un candidato que no puede hacer hasta ahora un deslinde con absolutamente nada (con el operativo "cuchara", con la participación política de su padre, con la gentuza como "Siomi" que está en su entorno personal), prefiero, como muchos otros creo, dibujar una pichulita.

Sí, una graciosa pichulita.

Estas elecciones han sido una pérdida de tiempo. No quiero que 69280 muertos y desaparecidos hayan sido en vano y no hayamos sacado alguna lección de lo que nos ocurrió durante 20 años.

Sigo creyendo en un cambio. Y no quiero ningún tipo de chantajes emocionales. Esto no es democracia vs autoritarismo (como la derecha nos quiere hacer ver), o derecha vs izquierda (como ciertos oportunistas nos quieren hacer ver). El voto nulo o el voto en blanco en la segunda vuelta es un voto de protesta, y la gente está en su legítimo derecho de aplicar tal elección. Por suerte.



Porque lo terrible de Humala no es él mismo, sino los monstruos que su razonamiento está engendrando. En estas elecciones estamos sembrando los dientes del dragón y criando los cuervos que nos arrancarán los ojos mañana.

Lamentablemente esto ya lo hemos visto, y ojalá, tanto discurso polarizante en Humala no se le vaya de las manos cuando tenga que negociar con los militares una vergonzosa impunidad. Ojalá digo yo, porque la violencia generalmente engendra más violencia. La reciente carta de Alberto Gálvez para el día de su sentencia debería ser leída con más atención. Citando muy bien a Bertold Brecht decía: "también la ira contra la injusticia pone ronca la voz / también el odio contra la bajeza desfigura la cara".

Por suerte la historia siempre tiene dos tiempos. En el corto plazo, en la coyuntura, la batalla está perdida. Para decirlo en cristiano, esto ya jue. Ya fuimos ya. Más en el largo plazo, en la larga duración, la lucha continúa. No hay que perder la esperanza. A ponerse el alma y a seguir apostando.