el club de los derechos (por gerardo seminario)
==antropólogo de la universidad nacional mayor de san marcos, es el posteador invitado del día de hoy==
Durante la campaña de las últimas elecciones presidenciales, Alan García se esforzó por convencer a los electores que él había cambiado, que había aprendido bastante desde su paso por Palacio de Gobierno. Muchos dudaron de su palabra y de su capacidad de manejar seriamente la economía de una nación, pero no muchos avizoraron con claridad que las lecciones a las que se refería García vinieran de la dictadura de Alberto Fujimori.perútags: alan+garcia apra fujimorismo derecha peru
¿Qué aprendió García del fujimorismo? Aprendió de qué lado ponerse en una situación de debilidad democrática. En su anterior gobierno entendió de forma muy práctica que con los grupos de poder económico no puede pelear. El monstruo de la banca del 87 se encarna ahora en las industrias extractivas. García considera que para garantizar su permanencia en el poder debe actuar como defensor de las empresas mineras y petroleras en los contextos en los que sus intereses estén en riesgo. Atrás de eso habrá un discurso que sostiene que el Perú es un país minero, que no hemos aprovechado los recursos energéticos de la selva y que el cuestionamiento a estás actividades es una amenaza para el desarrollo del país. Esta visión entiende que el desarrollo será producto del crecimiento del PBI gracias a los aportes de las actividades extractivas, aún cuando estas actividades no promuevan empleo, contaminen el ambiente arriesgando la vida de los peruanos que viven junto a sus centros de explotación (directamente o indirectamente por medio del deterioro de su hábitat) y destruya formas culturales diferentes. Aún con este rosario de bondades, el pedido central para las industrias extractivas es que no vulneren los derechos de los peruanos, pero es justamente allí donde empieza el impasse.
Todo esto es posible porque en el Perú no todos somos iguales, como dice la Constitución o como reza nuestra memoria republicana. Ya en la práctica, pero también en las representaciones, los peruanos somos de distinto valor, ciudadanos de primera, segunda y última clase, en esta última se encuentran los pueblos indígenas y originarios. Imaginados como salvajes por aquellos que los excluyen, contaminan y que no se toman la molestia de conocerlos, son conminados a cambiar para ser considerados peruanos iguales en derecho. La máxima es, “si quieres tener los beneficios de la modernidad debes olvidar tu forma de vida”, uno de muchos ejemplos puede ser: si quieres tener acceso a justicia debes olvidar tu lengua, allí el menosprecio a las congresistas del interior que buscan expresarse en su idioma. En el imaginario de ciertos sectores sociales todavía se recuerda con espanto el intento de instaurar la enseñanza del quechua durante la dictadura de Velasco Alvarado, pero el desigual prestigio cultural del quechua y el español y el oculto racismo no permite a muchas personas entender la injusta imposición de un idioma o una cultura que no manejas bien para poder acceder a un mínimo de derechos.
Esto es posible por una tendencia histórica que lamentablemente poco ha cambiado, la tendencia a gobiernos dictatoriales. El último y más grave traspié en esta historia fue la dictadura de Alberto Fujimori. Una dictadura no quiere decir como gran parte piensa en el Perú, un hombre fuerte con pocos escrúpulos y de mentalidad muy práctica. Una dictadura puede ser eso pero principalmente es algo similar a una enfermedad crónica, que va debilitando la vida, haciendo que el cuerpo funcione cada vez un poco peor hasta que finalmente la salud le abandona por completo. Durante la dictadura de Fujimori el mal recrudeció en el Perú. En esencia una dictadura es el fin del estado de derecho y el inicio de la arbitrariedad, el reinado de los privilegios y por tanto el decaimiento de la igualdad. Recibe quien me conviene que reciba mientras quiera y ese manejo me permite aparecer bien a los ojos de quienes deseo me vean bien. Por detrás, la arbitrariedad va aplastando a mis enemigos y aquellos que por su poca visibilidad no son necesarios para mantenerme en el poder. Aumenta la distinción, menos gente de primera clase, más de segunda y tercera y el bienestar no es un derecho sino una dádiva que se negocia por favores, es la ley del más fuerte.
Vencido Fujimori, en parte por los agentes democratizadores, en parte por contradicciones internas en su ejercicio del poder, en parte por su propia ambición, hubiésemos esperado el fortalecimiento de la democracia, pero desaprovechando la oportunidad histórica Alejandro Toledo hace un gobierno que será tristemente recordado como banal. De aquel periodo, García confirma sus lecciones por medio del método de ensayo - error. Toledo sobrevivió mayormente con una popularidad fronteriza a cifras de un solo dígito. Pero si bien no fortaleció la democracia, no se le puede tildar de dictador, no se trató de un gobierno donde hayamos visto un gran despliegue de poder para acallar las voces discrepantes. García no piensa vivir con el San Benito de Señor de los Milagros que acompañó a su predecesor, se hace necesario allanar el camino.
El APRA es el único partido que merezca llamarse tal en el Perú, pero lejos está de su imagen histórica y el respaldo popular de García en 1985. En un contexto de elecciones regionales evidentemente adverso, la estructura de poder del aprismo no es la más óptima, para mantenerse en pie necesita puntos de apoyo. Por una parte están los poderes fácticos, las fuerzas militares nunca incondicionales y poco afectas a la democratización y el empresariado. Por otro lado están las alianzas, con UN -el partido de derecha- y con el Fujimorismo. Si hace no mucho no entendíamos el silencio del presidente sobre la extradición de Alberto Fujimori, hoy nos es completamente claro.
Los amigos de mis amigos son mis amigos y por tanto, “para mis enemigos la ley”, es el nuevo credo de García. Enemigo aquí es cualquiera que pueda afectar el poder de García, porque aquí se trata de la cuota de poder del megalómano García y no del mandato del pueblo. Entonces, cuando se habla de derechos humanos y por tanto de impunidad, te estás metiendo con mis amigos los fujimoristas y cuando se habla de contaminación, medio ambiente y pueblos indígenas, te estás metiendo con mis amigos empresarios y con mis amigos de UN, que también son sus amigos, pero aún más te estás metiendo nuevamente con los fujimoristas, impulsores de este modelo de desarrollo y mejores amigos de mis nuevos amigos.
El mensaje es, nadie que piense diferente entra en nuestro club y estamos dispuestos a hacer lo que sea para impedirlo. El Perú es para los peruanos, que somos nosotros y nuestros amigos, no para los pueblos indígenas, no para las víctimas de la violencia política del Estado cuyos verdugos aún están y deben seguir impunes, terrorismo fue sólo el de la insania senderista pero no el de mi gobierno ni el del gobierno de mi amigo Fujimori. Derechos tiene quien yo digo que los tiene y que quede bien claro de una vez.
Al mejor estilo fujimorista, no sólo se usará la ley y sus aparatos para inmovilizar a mis enemigos, se deberá también destruir su imagen ante la opinión pública y para ello la receta ya es conocida y la lección nuevamente aprendida. Allí están la Razón, Correo y Expreso y su objetiva dedicación de mucho más de la mitad de su tinta para desprestigiar a las ONGs, especialmente aquellas que no piensan igual que los amigos. Hoy son las ONGs sazonadas con cortinas de humo –otra lección bien aprendida-, mañana quién sabe, cualquiera que resulte incómodo, tal vez Usted. Tenga cuidado, ya quedó claro a qué club se debe afiliar si quiere gozar de sus derechos como peruano.
1 comentarios:
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FuJimoRi Toda la Vida (TLV)
Arriba la Tranchera NOrte "U"
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