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olé olé

Anoche caminando un niño se me acercó y trató de venderme golosinas "¿A cuánto lo vendes?" "1 por 30, 2 por 50". "Ya, dame 4". No era mal negocio. Eran estos olé olé, malvavisco con chocolate. Rico. Yumi. No me iba a comérmelo todo. Podía repartirlo. Era algo bueno. Caminé un poco más y una niña, esta con uniforme escolar, me trata de vender más olé olé. ¿Qué se puede hacer? No era justo comprarle al otro niño y no a ella. Le compré cuatro también. Igualdad antes que todo.
Pero ya era un dilema: tenía 8 olé olés en el bolsillo. Era aún manejable. Siempre la gente repite y come más de uno.
Todo se complicó cuando fueron 10 chicos los que me vendieron olé olés. Tenía todos los bolsillos de la casaca llenos de dulces.
Se me ocurrió una idea genial. No la puse en práctica por una cuestión de tiempo. ¿Si comenzaba a vender los olé olé a menos precio? ¿Los chicos se darían cuenta que no es negocio que vendan todos el mismo dulce?
Ya, ok, suena malvado, pero uno no tiene por qué comprarle solamente a un niño. Es más, los niños no deberían estar vendiendo en la calle. Es completamente injusto. Pero el caso es que tenía los bolsillos repletos del mismo dulce. Y uno no tiene tantos amigos para que se acaben el bendito chocolate masticable. Se pueden malograr si no se comen rápido. Y las chicas están a dieta, les da una culpa comer más de 2 (sin embargo, por esto que el chocolate es lo más cercano a la felicidad, terminan comiendo 8, lo cual ayudó a desocupar rápidamente mis bolsillos).

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